martes, 13 de octubre de 2015

La FEJ y la madre que la parió

Asistimos a tiempos de cambio en el seno de la FEJ, ese proyecto que lleva años en curso y que parece que nunca acaba de concretarse. Es un poco la Sagrada Familia del Jugger español.

Parece que en los últimos tiempos se ha aclarado bastante el panorama, con las incorporaciones más activas del norte y la mayor participación de Zaragoza, pero queda un largo y arduo camino por recorrer todavía.

Por deformación profesional me gusta que, cuando hago cualquier cosa, exista lo que los juristas conocemos como predeterminación normativa, es decir, que haya una norma que regule lo que voy a hacer antes de hacerlo. De ahí mi gran aprecio al reglamento, por ejemplo. Y lo que me joden los atentados al reglamento y que trate a los fulleros como si fuesen poco menos que terroristas.

Otra de las manifestaciones de esto fue mi breve etapa como Secretario de la AAJ, en la que conseguimos predeterminar varias cosas, sobre todo en lo relativo a las normas de la Liga y, en especial, a un organismo que se creó prácticamente sin precedente. (Cuando digo precedente me refiero a que no tomamos como ejemplo a ningún núcleo de Jugger anterior, que luego siempre salen los viejunos de "eso ya estaba en tal sitio" para que no nos acusen de plagio, viejunos). Este organismo se denominó "Comisión de Arbitraje" y venía a responder a un problema más que evidente en el Jugger Alicantino, también actualmente, pero en aquella época era más que acuciante: la escasa calidad del arbitraje y el desconocimiento del reglamento por parte de la mayoría de jugadores.

La idea original, si os digo la verdad, era crear una especie de consejo de sabios que valorase las actuaciones arbitrales y retractase algunas decisiones que eran flagrantemente erróneas, pero eso iba a ser bastante impopular. Para que nos entendamos, queda muy mal que yo llegue y les diga "sois todos tontos, así que voy a revisar todo lo que hacéis para controlarlo". Para evitar esa imagen, se decidió que el organismo estaría formado por representantes de todos los equipos de la Liga y las decisiones se tomarían por votación. En aquel momento me asaltó la desconfianza en la democracia y conseguí que se estableciese un requisito de entrada, que fue la realización de un examen teórico-práctico redactado y corregido por un servidor en el que se evaluaba el conocimiento del reglamento y la adecuación de las decisiones a tomar con respecto al mismo. No hace falta que diga que el resultado de aquel examen fue tan deplorable como esperaba, unas respuestas que empezaron haciéndome reír y terminaron haciéndome querer arrancar más de una garganta con los dientes. Patético, de verdad. 

Aún así, hubo gente que sí que pasó el examen y se consiguió hacer una Comisión más o menos decente con los 4 o 5 equipos que pudieron llegar a tener representante. Se acordó que una decisión de la Comisión no podía alterar el resultado de un partido en el sentido victoria-empate-derrota y se comenzó a trabajar. El sistema era el siguiente: se presentaba la reclamación por parte de un equipo sobre una acción, que generalmente era una falta grave pitada, se apoyaba la reclamación en un vídeo, se debatía y se votaba. Se podía quitar la grave o no, poco más. En la norma original se recogía que las reuniones se harían vía Skype, pero, sinceramente, conociendo a la gente que compone ese organismo, lo harán todo por Whatsapp, chapuceros

El problema de este sistema reside en el partidismo o, en este caso, el equipismo. Es imposible que no existan prejuicios y, cuando alguien ve un clip de vídeo de un jugador con el que no congenia, por lo que sea, lo normal es que vea la fulla, mientras que el amigo del jugador no la verá. A veces será sin querer, otras será queriendo, pero hasta que no consigamos gente que sea totalmente imparcial en este sentido, debemos trabajar con lo poco que tenemos.

Cierto es que supuso un gran avance y el ratio de graves mal pitadas se redujo. Siempre he dicho que prefiero que un árbitro no vea nada a que se invente cosas, por el principio de intervención mínima que, a mi juicio, debería tener el árbitro. Luego las que no se veían eran harina de otro costal, pero esa es otra historia y debe ser contada en otro momento.


Actualmente la FEJ vive un proceso constituyente en el que se están creando organismos como este gracias al trabajo de la Junta de Gobierno. Algún día todos miraremos lo que hemos construido y pensaremos: "Y cuando Alejandro vio la extensión de sus dominios, lloró porque no había más mundos que conquistar". Hasta entonces debemos colaborar todos poniendo nuestro granito de arena en la construcción de esta Torre de Babel que es la FEJ y que debe sostenerse con la fuerza de todos los núcleos que la componen. En las próximas semanas iréis entendiendo de lo que hablo y el por qué de esta entrada. Hasta entonces, como diría el gran Vetadio Basuradio Acadio: a contar piedras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario